viernes, 13 de enero de 2012

¿Irreconciliables diferencias?

Los ciudadanos del siglo XXI son formados por docentes del siglo XX en escuelas del siglo XIX.

Escuelas del siglo XIX

La escuela nace en el segundo entorno, como lugar de socialización planificada de la infancia y la juventud. Sus procesos de escolarización guardan una estrecha relación con las necesidades propias de la vida industrial y urbana. La escuela es un elemento crucial en los procesos de cambio de la modernidad. Su función es proporcionar al individuo una educación general para su futuro y una formación especializada para su desarrollo profesional que le servirá para el resto de su vida, educa a personas que viven en contextos de cambio intergeneracional. Rigidez de los espacios y los tiempos. Contenidos conceptuales y seriados.


Docentes del siglo XX

Acción educativa transmisiva basada en el paradigma narrativo-contemplativo.  Comunicación unidireccional y vertical. Autoridad basada en “vigilar y castigar”.
Heteronomía, curriculums prescriptos con contenidos teóricos sin aplicación práctica y descontextualizados. Rutinas.

Ciudadanos del siglo XXI

Nativos digitales viviendo en el tercer entorno, con nuevas formas de interacción, donde el tiempo y el espacio ya no los condicionan. Ingresan a la escuela con una primera alfabetización digital. Aceleración vertiginosa de los contextos sociales. Cambios intrageneracionales.


¿Leíste con atención?
Pues así estamos. Nuestros niños, están viviendo esta realidad. Por eso no puede llamarnos la atención la repitencia, el fracaso escolar, el poco interés de los alumnos, y las contradicciones y tensiones en los discursos sobre políticas educativas.

¿Es posible una educación coherente con las nuevas formas de producción del conocimiento y con un paradigma emergente dialógico – participativo, en un contexto que aún se mueve en el paradigma narrativo – contemplativo, con relaciones unidireccionales y verticales, y con sólo contenidos conceptuales  y seriados?

¡Claro que no!

Es necesario un cambio, y ese dependerá en gran medida del papel que asumamos los docentes ante las TIC.

Ni fines, ni medios. ¡Reflexionemos! Esto que nos desborda, debe comprometernos a un trabajo serio de reflexión.

Nos enfrentamos a un gran desafío:

¿Cuál es la función educativa de la escuela en los tiempos de las TIC?

¿Qué debemos modificar los docentes para estar a la altura de las circunstancias?

¡Promovamos un nuevo contrato educativo entre lo escolar y lo digital en el que las nuevas generaciones sean sus protagonistas y principales beneficiados!

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