Nuevas formas de participación ciudadana.
La
cultura digital permite y posibilita democratizar las voces y las formas de
participación y control ciudadanas, pero no podemos dejar de percibir los
riesgos que involucran. La circulación de contenidos por las redes sociales es
uno de los aspectos a considerar en cuáles son aquellos en los que se hace
visible la participación ciudadana. Uno de los modos de configurar la
ciudadanía es la definición de qué constituye un acontecimiento relevante, y
actualmente esto está cada vez más organizado por aquello que promueven o
habilitan los medios de comunicación, Internet y las redes sociales, en los
modos de justificación y legitimación de las acciones, en la demanda de
inmediatez y en la pérdida de distancia respecto a los asuntos públicos.
La
creación del video Kony 2012 se
centró en lograr la empatía emocional con quienes se presentan o son percibidos
como víctimas con apasionamientos instantáneos y sentimentalistas, y en mostrar
que juntos podremos derrotar al malvado. Lo audiovisual logra espectacularizar todo
y esta espectacularización y dramatización sensacionalista conlleva cambios
profundos en las disposiciones éticas y estéticas de los públicos, componentes
de la identidad ciudadana.
Sin
embargo, si bien este video logró un éxito increíble en cuanto a la cantidad de
espectadores y a la rapidez de su difusión , habría que ver en realidad, qué
repercusiones reales tuvo, con respecto a la compra del Kit, con la propuesta
de empapelar una noche las ciudades y con el logro de su objetivo final con
fecha de vencimiento.
La
escritora Susan Sontag, afirma que
observar el sufrimiento de los otros por medio de fotografías, espectáculos
televisivos en directo, pinturas o documentos cinematográficos producen como
efecto una apatía que, lejos de ser un sentimiento frío, es más bien “caliente”
desesperanza. Quizás, frente a la magnitud del sufrimiento de estos chicos en
Uganda, el público piensa que es poco lo que puede hacerse. El especialista
británico en educación en medios y digital, David Buckingham , afirma que “la consecuencia de este sentimiento es que
se adopta un cierto cinismo como conducta política, cinismo que enmascara la
sensación de impotencia e incapacidad para intervenir en la cosa pública”.
El mayor acceso a la información política mundial, la exposición mediática del
sufrimiento y la espectacularización del dolor social, lleva entonces
paradójicamente no a una mayor consciencia ética y capacidad de acción, sino a
un elevado sentimiento de impotencia del espectador y a una moral problemática,
que prefiere no ver o colocar muy lejos al sufrimiento ajeno.
Este
tipo de propuestas, pide el protagonismo del espectador, promoviendo el
activismo en cuestiones ciudadanas. Así esta ciudadanía pide participación en
las decisiones y se siente protagonista
de la historia, conformando una nueva condición ciudadana. Ahora bien, esta
ciudadanía participativa, actualmente se define en el marco de la cultura
digital. La cultura digital amplía las posibilidades de participación y vuelve
mucho más concretas y tangibles las acciones de los individuos de respuesta y
reacción frente a acontecimientos públicos. Así se entiende cómo fenómenos como
los de las rebeliones en los países árabes, los movimientos de los indignados,
y muchas otras formas de movilización, sobre todo de los jóvenes, fueron, si no
generados completamente, sí amplificados y difundidos por la presencia de
Internet y las redes sociales. Es por esto que Jason Russell pretendió hacer famoso a Joseph Kony,
el líder del Ejército de la Resistencia del Señor, y que su nombre se hiciera
conocido en todo el mundo, con un video logrado luego de otros tantos de
prueba.
Para
finalizar quiero reflexionar acerca del papel que le corresponde al sistema
educativo en general y a la escuela en particular dentro de la formación de
esta nueva ciudadanía.
La formación ciudadana es una de las funciones más
importantes de la educación. La integración social, la capacidad de vivir
juntos y el aprendizaje de un lenguaje y de reglas y principios éticos comunes,
son tareas educativas de primer orden para que una sociedad democrática sea
viable. Deberemos formar a nuestros niños y jóvenes de tal modo que estén
preparados para discernir, en esta “horizontalidad democrática” según Jenkins,
y ser lectores críticos de las realidades que se les presenten, dándoles
habilidades cognitivas que les permitan saber cuándo involucrarse y
comprometerse con determinadas causas y lograr así una mayor autonomía cívica y
una pluralidad democrática. Prepararlos en este primer hábito cívico de la conexión permanente a redes, ya que la
comunicación permanente y la creación de comunidades virtuales son elementos
importantes de sostén afectivo y les proporcionan redes de anclaje que permiten experimentar formas de participación
que según las capacidades de cada uno, pueden derivar en la movilización
política o ética en causas justas y democráticas, como puede verse hoy en las
distintas formas de ciberactivismo o también correr el riesgo de verse
involucrado en causas de las que no sabemos bien si adherir o no.
Otro papel fundamental de la
escuela será formar a las nuevas generaciones en las nuevas prácticas o hábitos
cívicos como es el activismo online. Estas dinámicas novedosas de participación ciudadana hacen que, como
educadores estemos abiertos y preparados a la consideración de las prácticas
ciudadanas de niños y jóvenes y que colaboremos en la formación de competencias
para tal fin.