domingo, 15 de julio de 2012


Nuevas formas de participación ciudadana.
La cultura digital permite y posibilita democratizar las voces y las formas de participación y control ciudadanas, pero no podemos dejar de percibir los riesgos que involucran. La circulación de contenidos por las redes sociales es uno de los aspectos a considerar en cuáles son aquellos en los que se hace visible la participación ciudadana. Uno de los modos de configurar la ciudadanía es la definición de qué constituye un acontecimiento relevante, y actualmente esto está cada vez más organizado por aquello que promueven o habilitan los medios de comunicación, Internet y las redes sociales, en los modos de justificación y legitimación de las acciones, en la demanda de inmediatez y en la pérdida de distancia respecto a los asuntos públicos.

La creación del video Kony 2012 se centró en lograr la empatía emocional con quienes se presentan o son percibidos como víctimas con apasionamientos instantáneos y sentimentalistas, y en mostrar que juntos podremos derrotar al malvado. Lo audiovisual logra espectacularizar todo y esta espectacularización y dramatización sensacionalista conlleva cambios profundos en las disposiciones éticas y estéticas de los públicos, componentes de la identidad ciudadana.

Sin embargo, si bien este video logró un éxito increíble en cuanto a la cantidad de espectadores y a la rapidez de su difusión , habría que ver en realidad, qué repercusiones reales tuvo, con respecto a la compra del Kit, con la propuesta de empapelar una noche las ciudades y con el logro de su objetivo final con fecha de vencimiento.

La escritora  Susan Sontag, afirma que observar el sufrimiento de los otros por medio de fotografías, espectáculos televisivos en directo, pinturas o documentos cinematográficos producen como efecto una apatía que, lejos de ser un sentimiento frío, es más bien “caliente” desesperanza. Quizás, frente a la magnitud del sufrimiento de estos chicos en Uganda, el público piensa que es poco lo que puede hacerse. El especialista británico en educación en medios y digital, David Buckingham , afirma que “la consecuencia de este sentimiento es que se adopta un cierto cinismo como conducta política, cinismo que enmascara la sensación de impotencia e incapacidad para intervenir en la cosa pública”. El mayor acceso a la información política mundial, la exposición mediática del sufrimiento y la espectacularización del dolor social, lleva entonces paradójicamente no a una mayor consciencia ética y capacidad de acción, sino a un elevado sentimiento de impotencia del espectador y a una moral problemática, que prefiere no ver o colocar muy lejos al sufrimiento ajeno.

Este tipo de propuestas, pide el protagonismo del espectador, promoviendo el activismo en cuestiones ciudadanas. Así esta ciudadanía pide participación en las decisiones y se siente  protagonista de la historia, conformando una nueva condición ciudadana. Ahora bien, esta ciudadanía participativa, actualmente se define en el marco de la cultura digital. La cultura digital amplía las posibilidades de partici­pación y vuelve mucho más concretas y tangibles las acciones de los individuos de respuesta y reacción frente a acontecimientos públicos. Así se entiende cómo fenómenos como los de las rebeliones en los países árabes, los movimientos de los indignados, y muchas otras formas de movilización, sobre todo de los jóvenes, fueron, si no generados completamente, sí amplificados y difundidos por la presencia de Internet y las redes sociales. Es por esto que Jason Russell pretendió hacer famoso a Joseph Kony, el líder del Ejército de la Resistencia del Señor, y que su nombre se hiciera conocido en todo el mundo, con un video logrado luego de otros tantos de prueba.

Para finalizar quiero reflexionar acerca del papel que le corresponde al sistema educativo en general y a la escuela en particular dentro de la formación de esta nueva ciudadanía.

La formación ciudadana es una de las funciones más importantes de la educación. La integración social, la capacidad de vivir juntos y el aprendizaje de un lenguaje y de reglas y principios éticos comunes, son tareas educativas de primer orden para que una sociedad democrática sea viable. Deberemos formar a nuestros niños y jóvenes de tal modo que estén preparados para discernir, en esta “horizontalidad democrática” según Jenkins, y ser lectores críticos de las realidades que se les presenten, dándoles habilidades cognitivas que les permitan saber cuándo involucrarse y comprometerse con determinadas causas y lograr así una mayor autonomía cívica y una pluralidad democrática. Prepararlos en este primer hábito cívico de la conexión permanente a redes, ya que la comunicación permanente y la creación de comunidades virtuales son elementos importantes de sostén afectivo y les proporcionan redes de anclaje que permiten experi­mentar formas de participación que según las capacidades de cada uno, pueden derivar en la movilización política o ética en causas justas y democráticas, como puede verse hoy en las distintas formas de ciberactivismo o también correr el riesgo de verse involucrado en causas de las que no sabemos bien si adherir o no.

Otro papel fundamental de la escuela será formar a las nuevas generaciones en las nuevas prácticas o hábitos cívicos como es el activismo online. Estas dinámicas novedosas de participación ciudadana hacen que, como educadores estemos abiertos y preparados a la consideración de las prácticas ciudadanas de niños y jóvenes y que colaboremos en la formación de competencias para tal fin.

En tan sólo seis días en la red, el vídeo "Kony 2012" creado por  la ONG Invisible Children , con sede en San Diego (California, Estados Unidos), pasó a la fama mundial, generando más de 100 millones de visualizaciones en YouTube y Vimeo y el apoyo declarado de famosos como Oprah Winfrey, George Clooney o Justin Bieber, y consiguió situar el nombre "Kony" entre las tendencias mundiales de la red social Twitter.


Su mensaje es sencillo: Kony, el líder del Ejército de Resistencia del Señor (LRA, en inglés), una organización paramilitar cristiana, debe pagar por las graves violaciones de los derechos humanos de las que está acusado, incluido el asesinato en masa, la esclavitud y el secuestro de menores para convertirlos en niños soldado o en niñas sirvientas, e incluso en esclavas sexuales.
A través de la historia de “un niño soldado de Uganda”, el vídeo de 29 minutos pide al mundo actuar para encontrar este año a Kony, buscado por la Corte Penal Internacional (CPI) desde 2005 y que supuestamente está escondido en zonas selváticas de la República Democrática del Congo (RDC) y la República Centroafricana.
Con esta campaña, Invisible Children pretende hacer famoso a Joseph Kony, el líder del Ejército de la Resistencia del Señor, y que su nombre se haga conocido en todo el mundo.
Para lograrlo tuvieron que pensar una estrategia apelando a los trucos más remanidos de la campaña viral.
Los personajes centrales de este video son Jason Russell, director y cara visible del video, su hijo Gavin y Jacob, un niño y luego joven ugandés.

“El vídeo de Kony está construido para activar cada resorte que hace saltar lo viral y que hace que nos lo pasemos los unos a los otros”[1].
Algunos de los elementos que logran explicar mejor su éxito son:
ü  Explica el conflicto en términos de buenos y malos, con la clásica narrativa del hombre blanco, bueno y valiente, que salva a los negritos pobres e indefensos del otro negro malvado y salvaje. El malo aparece hiperenfocado y hay sutiles referencias a Hitler.

ü  La historia se va contando de lo cercano a lo general y usa la primera persona. Es una técnica clásica de la narración periodística, por ejemplo, porque promueve la atención y la credibilidad.

ü  Cierra con un llamamiento a la acción y una fecha de caducidad (2012). Como en las TVcompras: llama en los próximos 15 minutos y te regalaremos otra unidad.

ü  Presencia de muchos niños. No sólo niños negros, que quizás no a todos los  emocionan lo suficiente sino que aparece uno rubio y lindísimo que enamora a todos. Y un padre ejemplar dispuesto a dejarle a su hijo “un mundo mejor”.

ü  La narrativa es muy moderna, por lo que la gente joven se puede sentir muy identificada con ella. Usa el lenguaje audiovisual del reality: hay fragmentos muy íntimos de la vida del protagonista que no se limita en mostrar. La linealidad de la historia se corta con flashbacks y flashforwards para mantener la mente atenta; en algunos momentos se copia el lenguaje contemporáneo de vídeos que han tenido éxito en internet (como cuando se cuenta a través de la página de facebook). Todos los logos, carteles y remeras que aparecen han sido exquisitamente diseñados. Maneja óptimamente los ritmos de lo audiovisual, con sus momentos altos, otros de bajones y algunos descansos... todo apoyado con música.

ü  Es autorreferencial como un virus: incluye memes [2] dentro de sí mismo, hace constantes menciones a facebook, llama a la autorreplicación.

ü  Usa elementos que llaman nuestra atención, como masas haciendo cosas a la vez, lanzando consignas, bailando y sintiendo emociones colectivas o primeros planos de personas mostrando emociones.

ü  Utiliza el argumento de autoridad que tan bien funciona en los anuncios y en los foros de internet (el señor de la corte internacional), documentos, etc.

ü  Usa famosos: Clooney, Gaga, Angelina. Esta ha sido una de las claves más importantes de su expansión (desde la premiere del vídeo estuvieron presentes, y después, respondieron al llamamiento que se les realizó desde Twitter).

ü  Es largo. Eso, que a  priori sería un inconveniente,  consigue que transmita la sensación de haber visto algo
importante, un documental y no un anuncio.

Muchos artículos en Internet han comentado este video y las repercusiones de esta iniciativa.
De todos sus análisis y valoraciones me parecieron más relevantes los siguientes comentarios:

Si bien, por un lado, el video generó una avalancha de visitas, por otro se enfrentó con el escepticismo y las críticas de algunos expertos en el conflicto. Consideran que el mensaje de Invisible Children simplifica el problema e incluso manipula la información sobre los niños soldado.
Estos estereotipos no hacen justicia a la violencia que sí existe en realidad, tanto en África como en otros continentes. Normalmente, este tipo de problemas son extremadamente complejos, responden a toda una serie de procesos sociales, económicos y políticos e involucran de muy diferentes formas a actores diversos y con intereses particulares.
No es creíble pensar que para algo así existe una solución simple, sencilla y fácil. Además, toda intervención suele tener efectos colaterales, normalmente imprevisibles y que pueden ser negativos. Parece muy irresponsable proponer alegremente este tipo de intervenciones cuyas consecuencias pueden acabar haciendo más mal que bien. Además, el vídeo -y la campaña en general- obvian la larga y compleja historia del LRA, los factores políticos y económicos y los muchos y diferentes actores que de una u otra forma han intervenido y siguen interviniendo en ella. Así como las diversas y fracasadas intervenciones militares contra la milicia (incluyendo una ya apoyada directamente por Estados Unidos), los distintos intentos de llegar a una paz negociada y los esfuerzos por reconciliación que apoyan muchas de las víctimas. Además muchos analistas políticos insistieron que el enfoque de Russell aún puede agravar la situación en Uganda y algunas partes de Africa central. No sólo porque su relato es demasiado simple sino porque la teoría del cambio que propugna es poco probable, y no está claro si el objetivo de eliminar a Kony es una prioridad en la estabilización y reconstrucción del norte de Uganda. “Al ofrecer apoyo al presidente Museveni, la campaña puede terminar suponiendo el fortalecimiento de un líder con un historial terrible”, sostiene Ethan Zuckerman, director del Centro de Medios Cívicos en el MIT, en su artículo.
En síntesis, “el vídeo ofrece una imagen simplista y equivocada de la realidad”. La campaña pide que haya asesores militares estadounidenses sobre el terreno, admite que ya los hay y pide que no se vayan. No hay ningún indicio de que se vayan a ir antes de que Kony se rinda o sea capturado y la presencia de 100 militares estadounidenses ya ha levantado sospechas entre la población local. Luego, la campaña hace vagas peticiones de carácter político y militar que no tienen sentido. Y para todo esto, la organización vende pósters, camisetas, pulseras y demás y quiere involucrar a una serie de celebridades.

También, expertos en “lo viral” se manifestaron ante este video.

En sólo cuatro días, una eficaz operación de marketing viralizó este documental que construye a Joseph Kony como el nuevo villano de Uganda. Más de cien millones de visitas, famosos apoyando la causa y un pedido de acción directa al gobierno de Estados Unidos. Pero detrás de este aparente proyecto humanitario nacido en las redes sociales hay otros elementos que tenemos que tener en cuenta : desinformación, la política internacional entendida como una campaña publicitaria, los negocios de las ONG y, una vez más, la condescendencia y el simplismo aplicados a los conflictos de los países africanos. La viralización de este asunto podría tener implicancias políticas desconocidas para los usuarios.
Toda la gente que se tomó el trabajo de clickear para compartir el video Kony 2012 sigue difundiendo la causa sin ahondar mucho en los matices que la atraviesan. Quizás clickean porque a priori es una causa justa, pero eso no hace que profundicen en conocer la situación actual de los ugandeses, ni los intereses estadounidenses para intervenir la región, ni que Joseph Kony esté fuera de Uganda desde hace seis años, ni los posibles intereses del creador de Invisible Children. El mensaje del video es no se detengan ante nada, queda clara la consigna, que se propague, como un virus.
Por ejemplo, The Daily What  aconseja: "Investiga a fondo tus motivos. No reenvíes simplemente un vídeo aleatorio a un extraño porque un asesino de masas hace decir "triste" a un niño de cinco años. Aprende un poco sobre las complejidades de la región y las luchas en curso antes de abogar por la intervención militar directa".
El vídeo provoca una emoción que incita a la acción y a la replicación. En otro artículo de The Guardian, se preguntan:
"El vídeo de Kony ha sido hecho por gente cuyas intenciones parecen buenas, incluso sí su ideología y análisis pueden ser un poco simplistas. ¿Pero y si un video con antecedentes más siniestros obtuviera este tipo de impulso viral.

Así  surge la duda de si este nuevo tipo de manipulación tan brutalmente eficaz es ética,  aunque se realice por un buen fin. La pregunta de qué pasará cuando los malos aprendan a manejar estas técnicas, si es que no han aprendido ya. La necesidad de reflexión personal antes de sucumbir al impulso físico e irracional de tocar el botón de compartir.



[1] Delia Rodríguez. Blog El País
[2] Todas aquellas unidades culturales que los humanos nos pasamos el día contagiándonos los unos a los otros. Los refranes, las religiones, las leyendas urbanas y mil cosas más son memes.